martes, 23 de junio de 2020

El Mordaz se despide


Hace unos meses que no reciben nada de "El Mordaz" debido  a que su alma mater, Ricardo, falleció a mediados de enero tras una breve enfermedad.

El blog fue muy importante para él , le dedicó mucho tiempo y le proporcionó muchas satisfacciones. 

Era muy riguroso con respecto a la información que buscaba. Para cada artículo se documentaba extensamente.

El día antes de su internación escribió y publicó su último artículo y nos confesó que le había dado mucho trabajo debido a su estado de salud.

Recién ahora que ya pasaron unos meses estamos en condiciones de contarles esto.

Si algún lector quiere dejar un mensaje, puede hacerlo como siempre y será bienvenido.

La familia de Ricardo  

lunes, 13 de enero de 2020

LA CONSAGRACIÓN DE LA PRIMAVERA


Serguéi Pávlovich Diáguilev era un talentoso empresario, fundador de los ballets rusos, de cuya escuela salieron muchos bailarines y coreógrafos. De carácter temperamental, era muy exigente con sus artistas y brillante para detectar talentos. Le había encargado la partitura para un nuevo ballet al compositor Anatol Liadov, bastante perezoso para cumplir en tiempo con los pedidos que le hacían.
Diáguilev se lo cruzó en una de las calles de San Petersburgo y le preguntó cómo iba la composición. “Ya compré el papel pentagramado” le contestó el otro. Enfurecido Diáguilev lo mandó al demonio y recordó que alguien le había recomendado un compositor joven, discípulo de Rimsky Korsakov el creador de la inolvidable pieza Scheherezade. El sujeto en cuestión se llamaba Igor Stravinski. A partir de ese momento Liadov ingresó a la bruma de los olvidados y Stravinski al podio de los talentosos.

                                                  Igor Strvinski

            A pedido de Diáguilev compuso en 1910 El pájaro de fuego, que fue un éxito rotundo. Al año siguiente produjo Petrushka, también aclamada por el público. Ambas son piezas de ballet y constituyen clásicos armados para los públicos de todos los tiempos.
            A principios de 1913, Diáguilev le pidió Stravinski que compusiera la partitura de un nuevo ballet que se llamaría La Consagración de la Primavera. Se sabía que la coreografía la realizaba Vaslav Nijinsky, el bailarín más grande de todos los tiempos y favorito de Diáguilev como artista y como amante. La obra llena de recursos rítmicos se basaba en la historia del sacrificio ritual de una joven virgen, elegida para celebrar la llegada de la primavera bailando hasta la muerte ante su tribu.
            Si la coreografía fue novedosa, mucho más lo fue la música, totalmente innovadora y revolucionaria. El público francés es bastante conservador en lo que atañe a estos cambios. Wagner había sufrido la intolerancia francesa cuando estrenó Tannhauser en la opera de París y poco tiempo después le ocurrió lo mismo a Bizet con su Carmen, aunque en ésta, el rechazo fue mucho más moderado. En el caso de la Consagración de la Primavera, la reacción negativa del público superó todos los decibeles imaginables y pasó a la historia como el escándalo más memorable en la inauguración de una obra musical.
            El estreno fue el 29 de mayo de 1913 y el lugar, el Théâtre des Champs-Elysées, estaba totalmente colmado. La expectativa era muy grande y había nerviosismo entre quienes estaban a cargo de la representación: Diáguileb, como empresario, Pierre Monteux quien con la batuta en la mano esperaba que se hiciera el silencio suficiente para empezar a dirigir la orquesta y Nijinsky que se jugaba la cabeza con la nueva coreografía. Ni hablar de Stravinski que ponía en riesgo su futuro musical.
            En el palco principal rodeado de sus corifeos, se encontraba el pope máximo del clasicismo francés: el compositor Camille Saint-Saëns con sus 78 años y un bagaje de numerosas obras, muchas de ellas de exquisita belleza. Para el público su opinión era indiscutida. Era un purista de la estética musical, su obra es clara con proporciones, balance y precisión dentro de estructuras bien definidas. En una ocasión había sentenciado: “El artista que no está completamente satisfecho con las líneas elegantes, los colores harmoniosos y una hermosa sucesión de acordes, no entiende el arte de la música”.
Saint-Saëns se conformaba con componer melodías bellas y armoniosas, no era un innovador y menos un revolucionario del arte musical y no tenía por qué serlo. De él se dijo que era el más grande de todos los compositores sin genio. La antítesis de sus conceptos sobre la música era La consagración de la Primavera.
            Con un movimiento de su batuta, Monteux dio inicio a la obra con un solo de fagot, uno de los instrumentos de viento de más bajo tono. Saint-Saëns quien por la edad era un poco miope preguntó: “¿Que instrumento es ese?”. Un discípulo le responde “Es un fagot”. “¿Cómo un fagot?, pregunta ya francamente molesto Saint-Saëns. “Ocurre, Maestro, que está tocado en una tonalidad tan aguda que es imposible reconocerlo.”
            Stravinski había prescindido de las típicas secuencias que caracterizaban hasta entonces a toda obra: introducción, tema principal, orden de las variaciones, etc. No había sincronía ni entre las distintas voces de los instrumentos, ni entre sí mismas a lo largo del tiempo. Esto daba al oyente la sensación de imprevisión, impulso y desorden.
            Juan Pablo Feinmann al referirse a la obra, señaló: “Stravinsky desarrolla aquí una sonoridad completamente nueva. Abundan los efectos de percusión, agresivos y violentos, desaparece el sonido expresivo y melódico de los instrumentos de cuerda y se favorece el predominio de los timbales y los instrumentos de viento, que en algunos momentos adquieren un efecto exótico y evocador”.
            Saint-Saëns, cuyo cerebro estaba estructurado en el otro extremo de la creación musical, se levantó de su butaca y se retiró del teatro, seguido de varios de sus alumnos y admiradores. Esto le otorgó al público la seguridad de que la obra era un fiasco y comenzaron los insultos, silbidos, cacareos y rebuznos. Hubo señoras indignadas que abandonaron la sala a los gritos, mientras que otras que querían escuchar la obra repartieron  bofetadas y escupitajos a diestra y siniestra. También abundaron las escenas de pugilato, mientras que músicos de la categoría de Debussy y Ravel, que sumergidos en el impresionismo eran tolerantes a las innovaciones musicales, gritaban: “¡Genio!” repetidamente.
            El escritor estadounidense Carl Van Vechten, autor de varios ensayos sobre música, se hallaba presente esa noche y comentó: “Una parte de la audiencia aullaba por lo que consideraba un intento blasfemo para destruir la música…Otros, como yo, consideramos que se estaban alterando los principios de libertad de expresión. Un hombre detrás mío que se había parado, estaba tan excitado por la fuerza de la composición que empezó a marcar el compás perfectamente sincronizado con la obra, sin darse cuenta que estaba tamborileando sus dedos sobre mi cabeza. Mi emoción era tan grande que tardé en percibir los golpes”.
            La orquesta solo se escuchaba cuando entraban los instrumentos de percusión y los metales de viento, mientras los bailarines hacían esfuerzos enormes para seguir el ritmo de la música. Los músicos y el director mantuvieron el aplomo y serenidad para continuar hasta el final, soportando con entereza la lluvia de frutas y hortalizas que arrojaban los más exaltados. Entre bambalinas Stravinski lo sujetaba a Nijinsky para impedir que se lanzara a la platea y trompeara a los que abucheaban.
            Terminada la función Stravinski, Diáguileb y Nijinsky cenaron en un restaurant y brindaron por la obra, ya que los tres estaban convencidos de su éxito perduración. El tiempo demostró que no se habían equivocado.
            La Consagración de la Primavera fue representada numerosas veces tanto en su forma completa como en concierto sin ballet. En Argentina se dio en varias oportunidades en el teatro Colón y más recientemente en el Centro Cultural Kirchner. La Consagración de la Primavera sacudió al mundo de la música hasta sus raíces, señalada como el cubismo en el arte musical, desafió la perspectiva y la lógica que venía imponiéndose en los oídos del mundo occidental durante siglos.

José Pablo Feinman. La conspiración de Stravinski. Página 12, 15/05/2011
José Pablo Feinmann. Saint-Saëns versus Stravinsky. Página 12 27/02/2011.
José Pable Feinmann. Cien años de una pelea inolvidable. Página 12, 19,05,2013.
Enrique Franco. Cien años de Igor Stravinski, el músico que da nombre a un siglo. 17/06/1982.

George Benjamin. How Stravinsky's Rite of Spring has shaped 100 years of music. The Guardian, 29/05/2013.

Milton Cross. Encyclopedia of the Great Composers and their Music. Tomo II, pags. 776-792.

lunes, 23 de diciembre de 2019

LA LECCIÓN DE LA NAVIDAD


Es el 24 de diciembre de 1914, el frente se encuentra en Flandes, hacia el este están las trincheras alemanas y a menos de 100 metros de distancia se encuentran las trincheras aliadas ocupadas por franceses, ingleses y belgas. Hacía pocos meses que la guerra había comenzado, el disparador fue el asesinato de un ignoto archiduque que adquirió trágica fama cuando en Sarajevo, un extremista arrojó una bomba a su carruaje.
         La causa de la guerra, como siempre hay que buscarla en intereses económicos, la presión de la industria bélica y la incapacidad de los seres humanos para resolver las discrepancias por la vía diplomática.
        El termómetro marca varios grados bajo cero, el terreno está cubierto de nieve y el espacio que separa ambas zonas está sembrado de cadáveres que nadie se anima ni tiene fuerzas para enterrar.
       Mientras los generales festejan la navidad en salones versallescos a cientos de kilómetros del frente, los soldados infestados de piojos tiritan de frío y comienzan a aparecer los primeros signos del pie de trinchera, el preludio de una inevitable amputación del miembro.
       Entonces ocurre lo insólito, de la trinchera alemana asoma un árbol de Navidad con velas encendidas que recibe algunos disparos que pronto cesan cuando se oye el “Stille Nacht, Heilige Nacht”. 


Del lado aliado responden con el villancico “Silent Night” y lentamente, como provenientes de la entraña de la tierra, fantasmales, sucios y barbudos comienzan a surgir de ambas trincheras los soldados, sin las armas, algunos con velas encendidas y saludándose.
       Cada uno se da cuenta que el enemigo no es ese monstruo asesino como les habían contado sus superiores. Días anteriores, el capellán les había dicho que esta guerra era una cruzada donde ellos luchaban en nombre de Dios y el enemigo representaba al demonio.

       Como de la nada surgen algunas botellas de champagne y se intercambian regalos. Cuando los superiores de ambas partes se enteran cunde la furia y la indignación, la guerra debía seguir y como castigo se hicieron cortes marciales. Se envían nuevos batallones en reemplazo de estos soldados pusilánimes, que cometieron el gravísimo delito de intercambiar saludos navideños con el enemigo.
         Si esa noche se hubiera puesto fin al conflicto, se hubieran ahorrado millones de vidas, cientos de miles de combatientes con daños físicos y psíquicos irreparables y la humanidad se habría salvado de Hitler.
Existe una coproducción europea llamada Feliz Navidad (ver video), que recrea ese episodio y es uno de los alegatos más fuertes contra la locura de la guerra.



lunes, 9 de diciembre de 2019

LIBROS AL ALCANCE DE TODOS



Alguien en Europa decidió que todo el mundo tenía derecho al acceso de la lectura, al conocimiento de los clásicos, de las grandes novelas y de toda información que pudiera enriquecer el patrimonio cultural de la gente. Con ese objetivo creó una editorial que produjo libros a precios irrisorios. El personaje se llamaba Allen Lane y la editorial que nació en Londres en 1935 y sigue gozando de excelente salud se llama Penguin Books.
En América Latina otro gran visionario tuvo la misma idea, noble grande y generosa, se llamaba Boris Spivakow y en Buenos Aires dio origen a la editorial Centro Editor de América Latina que vio la luz en 1966, pero las dictaduras que sufrimos, la incomprensión y la indiferencia le otorgaron solo 29 años de existencia. Quiero rendir homenaje a estos dos grandes hombres que tanto hicieron por la cultura de sus países y del mundo.


Allen Lane y Penguin Books
            ─Es necesario que mis libros sean más baratos para que mi público pueda comprarlos─ quien así se expresaba era Agatha Christie, la archiconocida escritora de novelas policiales. Su interlocutor era el joven Allen Lane, empleado jerárquico de la editorial Bodley Head que publicaba las obras de la escritora.
            Mientras esperaba el tren en la estación de Exeter de regreso a Londres, Lane empezó a pergeñar la posibilidad de vender libros a muy bajo precio. Esa noche se reunió con sus dos hermanos Richard y John y después de largos cabildeos decidieron producir libros al valor de 6 peniques, serían de tapa blanda con las hojas unidas con pegamento en lugar de costuras y de un tamaño que cabía en un bolsillo. Más tarde este tipo de presentación daría origen al término pocket book Tantearon editoriales, pero ninguna aceptó el desafío. Vender libros a 6 peniques la unidad, el costo de un atado de cigarrillos, requeriría 15000 unidades para solo cubrir los gastos, sentenciaron algunos. Para otros era además una ofensa hacia los autores, para el oficio de producir libros y la historia de la literatura.


                        Allen Lane (1902-1970)

            Aquí nos encontramos con esos personajes que tienen el coraje y la valentía de sumergirse de lleno en un emprendimiento que otros consideran una quimera o una aventura absurda. Allen hipotecó una propiedad y abrió la empresa con un capital inicial de 100 libras y la magra cantidad de seis títulos. La empresa era parte de Bodley Head, pero las seguras pérdidas, así como las dudosas ganancias correrían por cuenta de los tres hermanos Lane.
            Solo faltaba el nombre de la editorial y el logo. Allen insistía en que fuera un ave y cuando una de las secretarias sugirió al pingüino, Allen señalo que estaba de acuerdo porque “somos un ave sin pretensiones”. Los demás asintieron y después de varios diseños y posturas, surgió finalmente el pájaro con el nombre de Penguin Books. Los primeros libros salieron de imprenta en marzo de 1935 y la cadena de comercios Woolworth y los Ferrocarriles Británicos se convirtieron en los primeros clientes: La reacción del público fue explosiva, a los pocos días ya se habían vendido 150.000 ejemplares. En menos de un año el número de libros vendidos alcanzó el millón y los hermanos Lane ya separados de Bodley Head, se reinstalaron en edificios, acordes con la magnitud de la creciente empresa.


                        El logo de Penguin Books

            Durante la Segunda Guerra Mundial había tantos soldados británicos con un Penguin Book en el bolsillo de sus casacas que el Estado Mayor inglés le duplicó a la editorial la cuota de papel estipulada por el racionamiento. Durante los bombardeos a la ciudad de Londres, la gente se refugiaba en las estaciones del subterráneo y muchos llevaban su pocket book para evadir la angustia de lo que sucedía en la superficie. Al terminar la guerra la cantidad de libros vendidos había superado los cien millones. Recién en 1970 el precio de un Penguin Book subió al valor de una libra y seguía siendo el libro más barato. Actualmente en cualquier parte del mundo se puede encontrar en los medios de transporte algún lector ensimismado en la lectura de su Penguin Book.

Boris Spivakow y el Centro Editor de América Latina
Boris, hijo de inmigrantes rusos nació en Buenos Aires en 1915 y desde la infancia se interesó por la lectura que se transformó en una pasión que mantuvo hasta su muerte. Solía leer mientras caminaba lo que en varias oportunidades le significó choques y tropezones. En la adolescencia, lo atrajo también la política y se hizo miembro activo del partido comunista y con este rótulo conoció las cárceles del peronismo que lo alojaron en varias oportunidades.


                               Boris Spivakow (1915-1994)
Junto con César Civita y otros inmigrantes recién llegados, a quienes les enseñó el castellano, fundó la Editorial Abril. Mientras tanto, había completado la licenciatura en matemáticas y esa formación hizo que Manuel Sadosky lo convocara para dictar clases de Análisis Matemático en la Facultad de Ciencias Exactas de la Universidad de Buenos Aires.
Con su bagaje de conocimiento como editor y con el apoyo del rector Rizieri Frondizi, Boris fundó EUDEBA (Editorial Universitaria de Buenos Aires), cuyo objetivo era producir libros de calidad a bajo costo. La editorial incluyó tópicos de ciencia, literatura, historia, arte y cultura general. Se transformó en la más importante de América del Sur con 803 distribuidoras y librerías en todo el país, en el resto de América y varias naciones de Europa. Estos logros adquieren valor descomunal al considerar que nunca tuvo suficiente apoyo económico durante los distintos gobiernos que se sucedieron, pero lo peor estaba por venir.



La noche de los bastones largos
EUDEBA había alcanzado a publicar el ejemplar número diez millones, cuando el 28 de julio de 1966 se produjo la tristemente célebre “noche de los bastones largos”. Juan Carlos Onganía el general de caballería de las tres neuronas: una para manejar el caballo, otra para saludar con el sable y la tercera para desfilar, había derrocado al gobierno democrático de Arturo Illía. Bajo sus órdenes, fuerzas policiales entraron en varias facultades y sacaron a bastonazos a profesores y alumnos. Nadie se salvó del ataque, mujeres, jóvenes y personas de edad avanzada, recibieron los golpes en igual medida por las descerebradas fuerzas del orden. Fue la noche más negra en la historia de la universidad, de la educación y de la cultura.


Boris no se amilanó y fundó el Centro Editor de América Latina (CEAL) que siguió los principios de EUDEBA, vender excelente material y a bajo precio hasta que en 1980, bajo la dictadura de Videla tuvo lugar en un terreno baldío, la quema de libros más grande en la historia argentina. Desde Sófocles hasta Alejandro Dumas, desde Platón hasta Charles Dickens, todos se estaban transformando en cenizas que el viento desparramaba. Miles de horas de escritura, de trabajos de corrección, de gastos de imprenta, logrados trabajosamente, eran pasto de las llamas.
Para los militares cuyos cerebros fueron lavados durante su paso en las instituciones castrenses, un libro era subversivo o comunista hasta que no se demostrara lo contrario. Los uniformados danzaban alrededor como las brujas en un aquelarre en homenaje a Satán, porque quemar libros es un acto diabólico, una de las perversiones más bajas a la que puede llegar un sistema totalitario. Las publicaciones que fueron presa de las llamas no proclamaban la violencia ni el desorden, eran clásicos de la literatura, pero aquellos militares estaban mentalmente incapacitados para analizar tales detalles, eran libros y los quemaban con el mismo placer que embargaba al hombre de las cavernas cuando contemplaba el fuego que le daba calor.
Sin embargo, Boris no se doblegó y siguió trabajando. Sus últimos días estuvieron ligados a la pobreza, vivía muy modestamente, usaba siempre la misma ropa y tenía zapatos muy gastados. Nunca retiró un centavo de la editorial y si entraba algún dinero se reinvertía en papel y tinta otra vez, pero ese modo de trabajo generó un grado de endeudamiento tan grande que cuando murió el 16 de julio de 1994, también murió la editorial.
Boris era un idealista, un espíritu puro, cuyo único interés fue ofrecer conocimientos a través de publicaciones accesibles para todos. Se puede decir sin pecar en exageración, que contribuyó con su talento, empuje, audacia y enorme coraje, al crecimiento de toda la cultura de argentina y de América del último medio siglo.

Peter Conrad. He made us pcik up a Penguin. The Observer 08/05/2005.
Juan Forn. Libros para todos. Página 12 contratapa, 31/05/2013.
Robert McCrum. What would Allen Lane make of Amazon? The Guardian 27/09/2013
Jula Sagard. The tale behind the peguin logo. Creative Bloq, 21,11,2013.

Tomás Eloy Martínez. La batalla de un hombre solo: La Nación 18/03/2006.
Mempo Giardinelli. Vienticuatro toneladas de fuego y memoria. Página 12 26/6/2013.
Delia Maunás. Boris Spivacof. Memoria de un sueño argentino. Editorial Colihue.
Oscar Ranzani. El vínculo de Boris con los libros era absoluto. Página 12, 24/3/2006.

jueves, 28 de noviembre de 2019

REICHE Y EL ENIGMA DE LAS LÍNEAS


El desierto de Nazca está constituido por una planicie de 1000 kilómetros cuadrados rodeada de montañas de baja altura. El clima es relativamente benigno con temperaturas que rara vez alcanzan los 40 grados. Durante la noche se comporta como todo desierto, la atmósfera se enfría y el termómetro marca unos pocos grados. También como todo desierto hay ausencia casi total de humedad, porque en Nazca, la lluvia nunca ha osado asomarse por ese territorio. Durante la noche, una atmósfera totalmente limpia permite ver la Vía Láctea en todo su esplendor.
Penetrar en esa monótona vastedad sin compañía alguna es temerario, no hay disponibilidad de agua y cualquier accidente se puede transformar en mortal al no poder el infortunado recibir ayuda de nadie. Sin embrago, durante gran parte del siglo XX una mujer lo habitó en soledad, fascinada por el misterio de unas gigantescas figuras que una civilización preincaica desconocida trazó hace 1500 años. Algunas hipótesis posicionan el origen de estos geoglifos mucho más atrás en la historia remontándolos a varios siglos antes de Cristo.
María Reiche nació en Dresden, Alemania en 1903 y llegó a Perú con el título de matemática cuando tenía 25 años y durante un tiempo se desempeñó como institutriz del cónsul alemán en Cuzco. La civilización Inca, la arqueología y la geografía del lugar la fascinaron, pero le faltaba un toque más de magia para quedar totalmente cautivada por aquel país tan lejano de su hogar. Ocurrió cuando conoció al doctor Paul Kosok, un antropólogo norteamericano, para quien ofició de traductora al castellano sus trabajos en inglés.


                                                María Reiche (1903-1998)

En esos trabajos Kosok había expuesto sus observaciones sobre las líneas de Nazca. Líneas rectas que no parecen conducir a ningún lado y otras con distintas curvaturas que carecen de significado. Algunas son como canales de escasos centímetros donde la corteza superficial fue removida exponiendo el subsuelo blanquecino que hace un fuerte contraste con el polvo del terreno. En otras, el trazado está constituido por cordones de piedras que como minúsculas murallas sobresalen en la superficie. La situación cambia totalmente cuando se las ve desde la cima de una sierra, pero mucho mejor aún desde una avioneta a más de 300 metros de altura.
Fue desde el aire que Kosok le mostró a Reiche las líneas de Nazca y ante ella se abrió un mundo maravilloso de figuras y las más destacadas eran las de un mono, con su cola enrollada, una araña y un colibrí, pero hay muchas más. Reiche se enamoró sin concesiones de esa gigantesca pizarra natural y se dispuso a estudiar su significado.


                                     Araña

Kosok se volvió a su país en 1949 y ella se quedó en aquel desierto hasta el día de su muerte. Munida de un sextante, escoba, binoculares, una brújula, cinta métrica y una silla escalera intentó descifrar su contenido. En Lima la llamaban la “dama de las líneas de Nazca” o “la guardiana de las líneas” y los habitantes de los pueblos cercanos la apodaron “la mujer que barre el desierto.” No faltaron quienes la tomaron como una bruja que se pasaba el tiempo barriendo y midiendo el terreno.
                                    
                                  Mono

Las líneas de Nazca están envueltas en un halo de misterio cualquiera sea el ángulo en que se las quiera analizar y en cada uno abundan las teorías. Uno de los primeros interrogantes es la razón de todas esas figuras y líneas. Sobre este aspecto hay múltiples hipótesis, para Reiche, que investigó su orientación astronómica, se trataría de marcadores del inicio del verano, una especie de calendario de tamaño descomunal. Las líneas estarían destinadas a fijar los ciclos y los cambios climáticos en las sociedades agrarias de la civilización nazca. En 1949 publicó su primer artículo sobre las figuras: ‘Mistery on the desert. A study of the ancient figures and strange delineated surface’ (Misterio en el desierto. Un estudio de las figuras antiguas y la extraña superficie delineada).
Otra teoría que prevalece es la religiosa, como los dioses se encuentran en los cielos, los nazcas realizaron esas gigantescas figuras como ofrendas para que las vean desde las alturas en que se encuentran. Solo pueden ser vistas desde el cielo, fueron hechas por el hombre no para que goce contemplando la perfección de su obra, porque simplemente no las puede ver, sino para los dioses. Resulta maravilloso que estos habitantes fueran los únicos en la historia del arte en realizar sus dibujos sin perspectiva alguna, sin poder situarse a una distancia lo suficientemente lejana como para apreciar la evolución de su obra y evaluar si el diseño es correcto, porque son figuras de tamaños que oscilan entre 100 y 400 metros. Sin embargo, la geometría y proporciones de las figuras son perfectas.
La incógnita que prevalece sobre cualquier aspecto que pretende ser abordado sobre las líneas de Nazca, dio pie a que surgiera la hipótesis de que una civilización extraterrestre fuera la creadora de estos geoglifos. El paladín más entusiasta de esta teoría fue El escritor suizo Erich von Daniken que la dio a conocer en 1968 en Recuerdos del futuro, libro del cual vendió millones de ejemplares. Las consideraba una de las pruebas de que las sociedades del pasado habían recibido la visita de extraterrestres que habían influido en la historia. Para muchos académicos e investigadores, se trata de una fantasía sin sostén alguno, pero la nebulosa de desconocimiento que envuelve a las líneas de Nazca hace difícil descartar de plano la hipótesis alienígena.

                               Colibrí
Gracias a las gestiones y esfuerzos de Reiche las líneas de Nazca forman parte del Patrimonio de la Humanidad de acuerdo a lo establecido por la UNESCO en 1994. Esto permite generar reglamentos y leyes que contribuyen a la preservación del lugar.
María Reiche falleció el 8 de junio de 1998 a los 95 años, sus restos descansan en un sencillo museo de la ciudad de Nazca. Allí se puede encontrar toda la información sobre las misteriosas líneas a cuyo estudio dedicó la mayor parte de su vida.

Alberto López. María Reiche, la guardiana del misterio del desierto de Nazca. El País, 15/05/2018.
Julián Varsavsky. Arte de la tierra al cielo. Página 12, 21/02/2016.
Oscar Mercado. El verdadero misterio de las líneas de Nazca. Los Divulgadores, 23/07/2011.

lunes, 18 de noviembre de 2019

EL SER HUMANO Y LA MÚSICA


He disfrutado haciendo muchas cosas en la vida, pero de algún modo la música siempre me ha acompañado.
Daniel Barenboim

Un hábito muy antiguo
La música es algo inmaterial que nos puede elevar hacia alturas sublimes, transportarnos a momentos del pasado o entrar en comunión con quienes nos acompañan. Sin embargo, este fenómeno es tan complejo que recién estamos empezando a conocer sus mecanismos. Aquí analizamos la relación entre el ser humano y la música, cuál es la función adaptativa que cumplió desde nuestros orígenes, los beneficios que nos aporta y cómo funciona y se modifica el cerebro por acción de la música.
      Se suele mencionar que hacer música o disfrutar de escucharla es un arte o una capacidad adquirida por el ser humano, el único mamífero que puede producir este fenómeno. Hasta hace pocas décadas prevaleció el concepto de la música como un producto refinado de la cultura humana. Si bien existen construcciones musicales que varían entre las culturas, todas responderían a mecanismos innatos. En otros términos, crear o disfrutar de la música forma parte de la naturaleza humana, o sea que estaría en nuestros genes. 
      La música no es un producto reciente de los humanos. Los cantos y el empleo de instrumentos que producen sonidos armónicos son tan antiguos como la comunicación verbal, es decir, el lenguaje. La arqueología demostró la existencia de instrumentos musicales (tambores, flautas y los precursores del arpa y el laúd) que tienen una antigüedad de 30.000 años.
       
Por lo tanto, la música es un fenómeno antiguo y no una adquisición reciente de la inteligencia humana, ya que trasciende el tiempo, el lugar y la cultura.



                            Primeros instrumentos musicales

¿Por qué los seres humanos somos musicales?
La música es menos esencial que el lenguaje. Podemos desarrollar una vida normal sin la música, pero no podemos comunicarnos sin el lenguaje. Por eso, desde hace centurias, biólogos y filósofos se hicieron las siguientes preguntas: ¿Para qué sirve la música? ¿Qué función adaptativa cumplió en nuestros primitivos ancestros y qué ventaja de supervivencia aportó en el curso de la selección natural de la especie como para que constituya una actividad innata? La mejor respuesta la ofrece la siguiente anécdota:
        Es el 24 de diciembre de 1914, el frente se encuentra en Flandes, hacia el este están las trincheras alemanas y a menos de 100 metros de distancia se encuentran las trincheras aliadas ocupadas por franceses, ingleses y belgas. Entonces ocurre lo insólito, de la trinchera alemana asoma un árbol de Navidad con velas encendidas que recibe algunos disparos que pronto cesan cuando se oye el “Stille Nacht, Heilige Nacht”. Del lado aliado responden con el villancico “Silent Night” y lentamente, como provenientes de la entraña de la tierra, sucios y barbudos comienzan a surgir de ambas trincheras los soldados, sin las armas, algunos con velas encendidas y saludándose. Cada uno se da cuenta que el enemigo no es ese monstruo asesino como les habían contado sus superiores. Días anteriores, el capellán les había dicho que esta guerra era una cruzada donde ellos luchaban en nombre de Dios y el enemigo representaba al demonio. El gigantesco poder de la música había logrado que aquellos que se odiaban y debían matarse mutuamente, salieran de sus respectivas trincheras para saludarse y abrazarse.

                               Encuentro de Navidad entre enemigos

          Todo parece indicar que el valor de la música como mecanismo de adaptación se encuentra más a nivel grupal que a nivel individual. La música fue un método de cohesión, especialmente como componente esencial de la danza, los rituales religiosos y las ceremonias, que sirvió para afianzar las relaciones interpersonales y la identificación con el grupo.

La emoción en la música
Leer un libro, escuchar un poema o contemplar una obra de arte pueden producir respuestas emocionales, pero nunca de la magnitud y la frecuencia que brinda la música. Una pesquisa realizada en una población adulta de Inglaterra reveló que más del 80% de los entrevistados respondía emocionalmente a la música con escalofríos, alegría, tristeza o placer y hasta llanto. Las melodías y canciones que más suscitan respuestas emocionales son aquellas que ya fueron escuchadas previamente y son reconocidas por el receptor, porque las conexiones de las áreas de la música con los centros de la memoria están muy desarrolladas.
               Las emociones musicales activan una zona del cerebro llamado aparato límbico, provocando cambios en el flujo sanguíneo en diversas zonas del sistema nervioso central. Algunas de estas regiones participan en las respuestas a estímulos que generan gran satisfacción, como los alimentos o los hábitos que producen adicción (consumo de alcohol, tabaquismo). Esto significa que la música tiene acceso a sustratos neurales que están asociados con disparadores primarios como la comida y el sexo.


          
Procesamiento en el cerebro y neuroplasticidad generada por la música
         El procesamiento de la música en el cerebro es uno de los misterios apenas develados por las neurociencias. La onda sonora impacta sobre la membrana timpánica que transmite la vibración a la cadena de huesecillos (martillo, yunque y estribo), que a su vez desplaza el estímulo a las células ciliadas, cuyas prolongaciones o axones forman el nervio coclear que ingresa al cerebro. Lo fascinante de este complejo proceso es que transforma fenómenos mecánicos en impulsos eléctricos que van a distintas zonas del cerebro que los analizan y desglosan en timbre, intensidad y tonos, formando una melodía. El ensamblado de estos impulsos es un fenómeno que todavía sigue intrigando a las neurociencias.
           Comparado con los demás sentidos, el oído posee la menor cantidad de células sensoriales: alrededor de 3500 en relación con los 100 millones de fotorreceptores de la retina ocular. Sin embargo, la respuesta neurológica a la música es sumamente rica en matices.
En el sistema nervioso central no existe una zona especializada para la música, como ocurre con los sentidos, sino que hay numerosos territorios neuronales distribuidos en todo el cerebro, incluyendo zonas involucradas en otras cogniciones, como es el lenguaje.
       El procesamiento de los sonidos, como los tonos musicales, se inicia en el oído interno (cóclea), que clasifica los sonidos complejos producidos por un instrumento musical, por ejemplo el violín, en sus frecuencias elementales constitutivas. Seguidamente, la cóclea transmite esta información a lo largo de fibras separadas del nervio auditivo en forma de descargas neurales que alcanzan la corteza auditiva del lóbulo temporal.
       Las neuronas diferentes del sistema de la audición responden específicamente a determinadas frecuencias. Las células vecinas se ajustan a la misma frecuencia determinando que la corteza auditiva forme un mapa de frecuencias a lo largo de su superficie.
      A pesar de que en un principio se creía que el hemisferio cerebral izquierdo procesaba el lenguaje y el derecho, la música, tras numerosos estudios llevados a cabo se ha descubierto que la percepción musical se realiza en ambos hemisferios.

         Neuroplasticidad generada por la música
               Pocas son las personas que se convierten en instrumentistas virtuosos, un atributo que obtienen gracias a cierta predisposición innata y a extenuantes horas de ensayo durante su vida. Estos personajes constituyen el modelo ideal para estudiar el fenómeno de la neuroplasticidad. La neuroplasticidad es la capacidad que tienen las células nerviosas para generar uniones más numerosas e intensas entre sí como respuesta adaptativa a un estímulo o necesidad.
          Existe evidencia abundante de que el cerebro de los músicos es modelado por las prácticas continuadas y los ensayos previos a las actuaciones. Una de las primeras zonas del cerebro que se modifica es la motora. La representación cortical del área motora que regula el movimiento de los dedos de la mano izquierda, especialmente el quinto dedo, está más desarrollada en músicos que tocan instrumentos de cuerda que en el resto de las personas. Esto se debe a que los instrumentistas del celo, la viola y el violín pulsan las cuerdas en forma rápida y continua con los dedos de la mano izquierda. En cambio, la zona motora del cerebro que coordina los movimientos de los dedos de la mano derecha no sufre modificaciones, ya que el arco de los instrumentos de cuerda exige movimientos del brazo y de la mano, pero no de los dedos. Esta neuroplasticidad se acentúa más cuando el instrumentista comenzó a practicar a temprana edad.
        Las adaptaciones neuronales no se limitan a las zonas motoras. Varias zonas cerebrales relacionadas con la audición, duplican su tamaño en los músicos profesionales en relación con un amateur y el resto de las personas.
      Considerando que la música es una de las habilidades más relacionadas con la neuroplasticidad, está creciendo en forma considerable el empleo de la musicoterapia para numerosas afecciones, como el autismo, la fibromialgia, los traumatismos cerebrales y la esclerosis múltiple.
En conclusión, hacer música o disfrutar de ella es una capacidad del ser humano a lo largo de la historia y de todas las culturas. También constituye una herramienta poderosa para las emociones y la modulación del estado de ánimo. No se trata de un entretenimiento más, sino de otro lenguaje cuyo mecanismo recién estamos empezando a descifrar.

Referencias
-       La tregua de Navidad de la Primera Guerra Mundial. National Geographci, 22/12/2016.
-       Weinberger NM. Music and the brain. Scientific American, November 1, 2004.
-       Paraskevopoulos E, Kuchenbuch A, Herholz SC, Pantev C, et al. Evidence for training-induced plasticity in multisensory brain structures: an MEG study. PLoS One. 2012; 7(5).
-       Peretz I. The nature of music from a biological perspective. Cognition 2006; 100:1-32.
-       Nelken I. Music and the auditory brain: where is the connection? Frontiers in Human Neuroscience 2011; September 27.